¡Mi hijo no quiere comer!

Es una de las preocupaciones más frecuentes de mamá y papá en la consulta y la causa de que las comidas se conviertan en momentos de estrés...

Es una de las preocupaciones más frecuentes de mamá y papá en la consulta y la causa de que las comidas se conviertan en momentos de estrés, sin embargo, es importante entender los siguientes puntos:

• En la mayoría de los casos esta preocupación se debe a una percepción errónea de lo que
 se considera son las cantidades que un niño de su edad debería comer, para lo cual es necesaria una evaluación nutricional completa, es decir, si ha tenido un crecimiento correcto, si su peso es adecuado para su edad y su talla, preguntar detalladamente aspectos de todo el proceso de alimentación para así averiguar cómo aprendieron a no comer.

• Tu hijo puede estar comiendo la cantidad de energía necesaria, sin embargo, esta energía puede venir de alimentos que no alcanzan a nutrirlo adecuadamente como sucede cuando toman cantidades -que para su edad se consideran excesivas- de fórmula láctea, leche, jugo, etc.

• Además pueden existir prácticas inadecuadas a la hora de comida que acentúan esta
situación, como por ejemplo: Utilizar distracciones como televisión o celular, sustituir alimentos que no quiso comer por solo alimentos que sí le gustan, no tener horarios de comida, dar alimentos entre las comidas que son densos en energía, sobre todo azúcares simples: yogur azucarado, gelatina, jugos de caja, galletas, etc.

¿Qué hacer?

El objetivo general cuando trabajo con niños que no comen es crear una situación que refuerce positivamente los patrones de alimentación normal y saludable:

- Tener expectativas realistas sobre el tamaño adecuado de las porciones de los niños.

- Ofrecer una exposición gradual y repetida a alimentos desconocidos (pueden ser necesarias de 10 a 15 experiencias).

- Utilizar recompensas no alimentarias para motivar, Deben evitarse las recompensas de alimentos (por ejemplo, postre). La recompensa con otro alimento (deseado) disminuye la aceptación del alimento objetivo y aumenta el consumo excesivo del alimento de recompensa debido a su mayor deseabilidad.